Clotilde era la típica abuela con el pelo blanco recogido en un gran moño, cara de ángel y muy buena cocinera, don que había aprendido de su madre y de su abuela, aunque para Clotilde su debilidad era la repostería y todo lo dulce que saliera de una cocina.
Se acercaban las fiestas navideñas y Clotilde con el delantal bien atado, comenzaba a cocinar desde primera hora del día.
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